martes, 20 de noviembre de 2012

Mi monólogo


LA TRAGEDIA DE SER "EL NUEVO"

¿Por qué en todos los anuncios de trabajo ponen "Imprescindible experiencia"? Me gustaría que aunque fuese por una
sola vez pusiesen "Imprescindible ser nuevo". Pero no se preocupen que no lo harán. Porque ser nuevo en cualquier
cosa es una gaita. Cuando eres nuevo no eres nadie. Si el jefe preguntara: "¿Echamos al nuevo y compramos un
microondas?", nadie lo dudaría.
¡Qué mal se pasa cuando eres el nuevo! Sobre todo en el trabajo. Al principio quieres quedar bien con todo el mundo,
eres muy generoso y no paras de ofrecer cosas:
- ¿Queréis caramelos de piña?
Y si vas a la máquina:
- ¿Alguien quiere café? Y quieren todos. ¡Hale! A ver como los traes. Te pegas quince viajes a la máquina cargando
vasitos de plástico, y abrasándote los dedos, que acabas con quemaduras de tercer grado en las yemas. Vale macho, de
momento vas bien, eres nuevo, todavía no has cobrado el primer sueldo, y en tu primer día ya te has gastado
setecientas pelas haciéndote el guay... y en cafés.
Tienes tantas ganas de caer bien que te ríes de todo. Te digan lo que te digan:
- Esta es la fotocopiadora, siempre esta estropeada...
- Je, je, je..
- Este es Pepe, ten cuidado con el que es del Barça...
- Je, je, je...
- Ahí se sienta Rodríguez, no ha venido porque se ha muerto su abuela...
- Je, je, je
Y es que cuando eres nuevo estás metiendo la pata continuamente y te sientes muy inseguro. Cada vez que te cruzas
con alguien, te arrimas a la pared como diciendo: "Se que molesto, pero me esfuerzo, algún día formaré parte de este
grupo". Y de pronto, en una reunión, te arrinconas tanto que sin querer apagas las luces con el culo, pero, como eres
nuevo, no te das cuenta:
- ¡Anda! Han apagado la luz.
Y todo el mundo protesta:
- ¿Quién ha sido?
- ¡Joder, el nuevo!
Siendo el nuevo (sí, porque cuando eres nuevo nadie conoce tu nombre, eres "el Nuevo") te das cuenta de lo poco que
pintas, cuando llaman por teléfono y alguien dice:
- ¿Romaguera? Aquí no trabaja ningún Romaguera.
Pero tu asomas la cabeza tímidamente y dices:
- Soy yo.
Y el otro se da la vuelta y dice:
- ¡Eh, que el nuevo se llama Romaguera!
Y los demás se descojonan:
- ¿Romaguera? ¿Pero qué apellido es ese?
Para más humillación la que llama es tu madre, claro. ¿Quién te va a llamar a ti? ¡¡So nuevo!!
- ¿Si? ...Bien...Aquí, muy a gusto... Muy acogedor... no, todavía no he firmado... ¡Pues cuando me llamen!... Si, sopa...
con jamoncito... Venga, adiós y no me llames más aquí...
Otra cosa que haces mucho cuando eres nuevo es saludar:
- Holaaaa... Hola, qué pasaaaa...
No tienes medida, hay gente a la que saludas hasta seis veces:
- Hasta luego otra vez, ¿eh?
De pronto ves a uno y empiezas a mover las cejas, él se te acerca:
- Dime.
- Hola, soy Romaguera... A ti no te he visto en toda la mañana, ¿tu trabajas aquí?
- Sí, soy el director general.
- Ah... Pues enhorabuena... ¿Quieres un caramelo de piña?
Cuando eres nuevo, como no tienes ni sitio ni nada, te sientes como un mueble, pero de los que estorban.
- ¿Qué hago?
- Pues...hay que hacer el balance, pero ya me encargo yo, que le tengo cogido el punto.
- ¿Entonces qué hago?

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